Martin Quispe Masa (02.09.1936) nos cuenta dos historias: Los arrieros y el diablo, y Los viajes a Queswas. Estas fueron aprendidas de pequeño junto a sus abuelos y su padrastro, quien lo quería mucho y le contaba cuentos antes de dormir. Por las características de la zona, las familias se concentraban en una sola vivienda. El no contar con energía eléctrica hacia que descansen apenas se ponía el sol, a las siete u ocho de la noche. Antes de dormir, se contaban algunos cuentos, leyendas e historias de Pitumarca. Esta costumbre ha cambiado pues hoy los nietos van muy jóvenes a la ciudad, buscando recibir una mejor calidad de educación, por lo que comparten muy pocos espacios de dialogo con las personas adultas y adultas mayores del distrito.

Los arrieros y el diablo

Eran dos arrieros que se acompañaban, siempre viajaban para hacer sus negocios. En uno de sus viajes ya estaba atardeciendo  y decidieron  descansar a los pies de una roca. Cuando iban a dormir, sintieron la presencia de un espíritu que tenía la forma de águila. Sentían que pasaba y repasaba sobre ellos y al parecer se comió el corazón de uno de ellos. El otro arriero quedo muy triste, se fue llorando desesperado a buscar ayuda para su compañero. Así llegó a una casa donde un abuelo leía la coca, quien le dice que ese mal espíritu era el diablo. El abuelo preparó un brebaje para que lo riegue sobre el lugar donde  paso el incidente. En la zona, encontraron animales llorando con tono macabro.

Cuando empezaron a echar el brebaje al pie de la roca donde durmieron, las rocas se empezaron a mover y a caer. Luego, se escucha el llanto del diablo que dice: “ustedes siempre me hacen algo, siempre me molestan” a lo que ellos contestan “al contrario, tu eres el que nos molesta”. Las rocas siguieron cayendo y el diablo fue vencido. De esta manera, pudieron enterrar al arriero y regresar a sus casas.

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Los viajes a los Queswas

Un arriero con sus llamas iba a la selva llevando productos propios de sus tierras para hacer trueque. En el trayecto, se encontró con otro arriero, y deciden acompañarse. El arriero nuevo era un ratón, que a la vista del arriero era un hombre. Llegaron a una zona donde habían muchos maizales. Ahi, el ratón le dice: “iré a visitar a mis compadres, ellos me darán el maíz para llevar a nuestras casas”. Y le pide “dame un poco de harina y el charqui que estas llevando, eso les llevare a nuestros ahijados y compadres”. Después de un momento regresó trayendo maíz, yacón, rocotos y otros frutos. Luego, le pidió nuevamente un poco de harina y charqui, y emprendió su viaje solo. Después de tiempo regresó con las llamas cargadas de maíz y muchos productos.

Juntos emprenden el viaje de retorno y llegan hasta Paucartambo. Ahí deciden descansar pero el ratón decide realizar algunas diligencias. Cuando esta de regreso, un gato lo ve y el ratón grita. Su compañero, aún pensando que se trata de un hombre, espanta al gato. Durante la madrugada, el ratón en forma de hombre le dice a su compañero arriero: “¿sabes? he soñado feo, algo le ha pasado a mi familia, si eso fuera así yo también moriré”. Y luego le dijo: “yo me adelantare, tu vienes con nuestras cargas, y si ya no me encuentras te quedaras  con todo”

Lo que había soñado el ratón había sido cierto. El gato se había comido a su familia y cuando llegó también fue víctima del gato y murió.